Dos talleres seguidos, dos viajes en dos mundos distintos, con el Grupo-po al completo, de nuevo más loco y bello que nunca.
Pero lo más importante de todo fue la calidad de los espectadores, unos niños de primera que hicieron de estas cesiones un espectáculo de altísima calidad.
¡Viva! ¡Viva el Grupo-pó!
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